Sol nuevo 2, La garra del conciliador by Gene Wolfe

Sol nuevo 2, La garra del conciliador by Gene Wolfe

autor:Gene Wolfe [Wolfe, Gene]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Spanish, ciencia ficción
publicado: 2008-10-25T00:41:52+00:00


V

La muerte del estudiante

Puede que el canal no fuera tan derecho como habían creído. O que en el combate hubieran perdido la orientación, sin darse cuenta. O que (como algunos sostenían) los canales se torcieran como gusanos en una hoja de lichi cuando nadie tenía la vista puesta en ellos. Sea cual fuere la verdad, estuvieron todo el día navegando a vapor (pues el viento se había apagado), y con la última luz sólo vieron que avanzaban entre islotes desconocidos.Toda la noche estuvieron al pairo. Cuando llegó la mañana, el joven oficial llamó a aquellos que a su juicio podían darle los consejos más valiosos; pero a ninguno se le ocurrió otra cosa que llamar al joven nacido de sueños (a lo que eran reacios) o continuar avanzando hasta dar con el mar abierto o con el luquete de la princesa.

Esto hicieron durante todo el día, tratando de mantener invariable el rumbo, pero enmendándolo de mala gana para seguir las revueltas de los canales. Y cuando volvió a caer la noche, no estaban en mejor situación que antes.

Pero a la mañana del tercer día el joven nacido de sueños salió de su camarote y comenzó a pasearse de un lado a otro por la cubierta como solía hacer, examinando las reparaciones y preguntando cómo se sentían a los heridos que a causa del dolor habían despertado temprano. Entonces vinieron a él el oficial y quienes lo habían aconsejado, y le explicaron todo lo que habían hecho y preguntaron cómo volverían a encontrar el mar, para poder así enterrar a los muertos y regresar a sus casas de la ciudad de los magos.

A esto, el joven alzó la mirada hasta la bóveda misma del firmamento. Y algunos creyeron que rezaba, y otros que trataba de reprimir la ira que sentía contra ellos, y otros que así sólo pretendía que le viniera una inspiración. Pero tanto tiempo tuvo así clavada la mirada que el temor fue dominándolos, como cuando él había mirado el agua, y uno o dos empezaron a retirarse en silencio. Entonces él les dijo: —¡Mirad! ¿No veis las aves marinas? Acuden de todos los rincones del cielo. Seguidlas.

Durante casi toda la mañana, siguieron a las aves, tanto como las curvas de los canales lo permitían. Por fin las vieron delante, volando en círculos y zambulléndose, de manera que las alas blancas y las cabezas de ébano semejaban una nube baja, hermosa por fuera y tormentosa por dentro. Entonces el joven nacido de sueños les dijo que cargaran un cañón sólo con pólvora y que dispararan; y con el estampido todas las aves remontaron entre gritos y chillidos. Y allí donde habían estado, la tripulación vio que flotaba un enorme trozo de carroña, que les pareció un animal terrestre, pues tenía, así creyeron, cabeza y cuatro patas. Pero era mayor que muchos elefantes.

Cuando estuvieron cerca, el joven ordenó preparar un bote, y cuando subió a bordo vieron que ceñía un enorme alfanje cuya hoja destellaba al sol. Durante algún tiempo



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